Obras y turismo suenan en el silencio de la Cartuja.
El ruido de las obras ha acallado el sonido de la naturaleza y la quietud que acostumbran a escuchar los cartujos. Sus paseos en silencio y recogimiento por el claustrillo que hay pegado a la iglesia, la zona de clausura donde los monjes hacen la poca vida comunitaria que practican acudiendo al refectorio, el capítulo de culpas o las capillas, van a verse interrumpidos durante los próximos dos meses, el tiempo que durará la intervención en el tejado. Junto a ese bullicio de andamios, movimientos de tejas, maquinaria y trabajadores se ha instalado otro sonido propio del verano: el de los turistas que ha recuperado el monumento. Ambos son bienvenidos por lo que aportan y significan: el primero al tratarse de una obra que busca arreglar las goteras del cenobio y el segundo porque quiere decir que el patrimonio cultural sigue despertando interés a pesar de la pandemia…
Fuente: Diario de Burgos